En las calles de nuestra ciudad, de nuestro barrio, día tras día mientras caminamos, nos cruzamos con infinidad de personas, todas ellas diferentes.
Hoy quiero hablar de esa gente entrañable que va por ahí contando sus historias a todo el mundo, aunque no quieras oírlas, pero, que una vez que las oyes, ya no se te van de la cabeza y solo sientes ternura hacia esa persona.
“ Entraba yo esta tarde a la fotocopiadora de al lado de mi casa, como suelo hacer más o menos una vez al mes (a veces muchas más veces), cuando ví que había un viejecito que hablaba con todo el mundo y todos se reían con él.
Me puse a escuchar la historia que contaba y decía que una nieta suya le dijo el otro día que si recordaba los cuentos que le contaba cuando era pequeña, y tras la afirmación del ancianito, la nieta le pidió que los escribiese para así poder guardarlos siempre. Pues desde ese día, el viejecito escribe uno de esos cuentos a la semana, la nieta le ha abierto un blog en internet, y los sube. Pero, a parte el señor, que los escribe a mano y pone una foto sobre el tema del que va el cuento, va a la fotocopiadora, y saca un montón de copias del cuento para repartir entre la gente. Y ahí estaba el viejecito simpático contándonos que quién le iba a decir que a su edad se iba a convertir en un escritor de cuentos infantiles.”
Hay muchísima gente por el mundo con historias entrañables como la de este señor, y son historias que al oírlas nos arrancan una sonrisa aunque sea durante un momento. Por eso os animo a todos a disfrutar de la gente de vuestro alrededor, si, a veces nos encontraremos con gente desagradable, con gente que no interesa, con gente aburrida…pero de vez en cuando, solo de vez en cuando, aparecen personajes que nos hacen ver lo maravilloso que puede llegar a ser el ser humano, haciendo los gestos más simples.
